viernes, 23 de septiembre de 2016

Sobre la primavera


De todas las celebraciones, fiestas y conmemoraciones que he conocido, tanto populares y privadas como religiosas y paganas, ninguna me resulta más digna de ser festejada que la llegada de la primavera. Como fiel devoto de la primavera no me voy a privar de anunciar las razones de mi fervor.   

A diferencia de otras festividades de las que nos anoticiamos mediante el calendario, el advenimiento de la primavera comienza a anunciarse en nuestro cuerpo, es la única fiesta a la que no estamos invitados; estamos obligados. Los festejos del día de la primavera son festejos de realidad ontológica, y exceden el credo o religión de los vastos territorios en los que hace notar su presencia.

¿Qué otra celebración es más digna de festejos que aquella que surge desde nuestras entrañas sin siquiera nuestro consentimiento y que nos invita al amor? ¿Qué sentimiento es más digno que la felicidad, y más aquella de la que desconocemos su origen? 

La primavera ama a los jóvenes y los jóvenes aman a la primavera, y estos, conducidos por la pulsión primaveral jamás dejarán de rendirle culto. Los artistas tampoco se resistieron a sus encantos e intentaron enaltecerla: Vivaldi, Botticelli, Bouguereau, Millet, Monet, Machado, Lorca, Rodin y entre todos ellos quiero recordar especialmente a Pierre Aguste Cot que en el año 1873 pintó un óleo sobre lienzo titulado Primavera, que es tal vez la más conmovedora representación de la estación que contemplé en mi vida. En esta obra se logra captar la serenidad que hay en la potencia; y esto es tan primaveral. Los dos jóvenes hermosos, que podrían ser amantes, están columpiándose. De su romance nada sabremos, tendremos que imaginarlo, solo sabemos de su ánimo lúdico, de la belleza que hay en la inocencia, de la liviandad de sus cuerpos. Él es fuerte, lo sabemos por la firmeza con que sujeta la hamaca, no necesita esforzarse para sostenerla a ella que cuelga de sus hombros. Ella parece mirarlo, sin embargo, si nos aproximamos y observamos sus ojos, notaremos que su mirada parece perdida y así podemos recordar aquello que dijo Albert Einstein

La belleza no mira, sólo es mirada.

Quisiera seguir ahondando en los muchos detalles de esta obra; en sus muchos encantos y aciertos, pero por ser este blog gustoso de lo breve, me limitaré a decir gracias Pierre Aguste Cot, y que viva el amor, que viva la abundancia, que vivan los jóvenes, que viva la belleza, y que viva la primavera que se parece tanto a los anteriores.


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