sábado, 28 de noviembre de 2015

Sobre la cortesía


La cortesía ayuda a sostener el noviazgo con la persona que amamos a pesar de que a veces nos pida opinión sobre una horrible remera que lleva puesta. Este es uno de los escasos beneficios de la cortesía que se nos presenta bajo la forma de mentira piadosa o estafa menor con intenciones, sino buenas, al menos poco incisivas. Por supuesto siempre debemos tener presente que no somos los primeros en hacer uso de la cortesía y es válido considerar que nuestra pareja nos pregunta qué opinamos de su remera por cortesía, porque en realidad poco le importa nuestra opinión al respecto. Esta situación, en la que dos personas se vinculan solo por cortesía es mucho más frecuente de lo que creemos y, si más a menudo nos animásemos a considerarla, créanme que podríamos librarnos de aburridísimas reuniones con compañeros del trabajo y otras situaciones análogas en las que somos invitados por cortesía y nosotros asistimos por la misma razón. De hecho muy a menudo suelo imaginar cómo podría resolverse la misma situación haciendo uso de la cortesía y luego sin ella:

Situación haciendo uso de la cortesía: 

 -Hola, este Sábado festejo mi cumpleaños y por supuesto estás invitado.
-Sí, lo recuerdo, voy a ir, aunque solo un rato, porque el Domingo corro en el maratón.

RESULTADO: Encuentro poco deseado por ambos individuos, incómodo saludo, te debo el regalo para la próxima, risas falsas, falsas aprobaciones, fin.

Situación  sin uso de la cortesía: 

-Hola, este Sábado festejo mi cumpleaños y preferiría que no vengas porque no te odio, pero siquiera me pareces una persona alegre.
-Qué bueno que lo planteas así, porque no me caes mal, pero tampoco iría al cumpleaños del novio de mi prima con quien no tengo un solo tema de conversación, es más, te estaba por mentir diciendo que correría un maratón al día siguiente para irme temprano.  
-Nadie creería lo del maratón evaluando tu figura.
-Lo sé, pero es lo primero que se me ocurrió. 

RESULTADO: Desinteresado saludo, sensación de alivio compartida, fin.
     

Se suele considerar que la cortesía es el fertilizante más apropiado para hacer germinar una relación, sin embargo, resulta sumamente enojoso escuchar a alguien que aprueba todas nuestras lucubraciones inclusive cuando estas se contradicen. En este sentido alguna vez escuché que los enemigos son más sinceros que los amigos, esto es un error inmenso, porque aun si decidimos llamar amigos a los lisonjeros que nos rodean; debemos admitir que los enemigos también mienten y exageran odio en sus declaraciones, principalmente por que el odio no admitiría enojos ordinarios y resulta inaceptable un enemigo mesurado que declara cierta disidencia respecto de alguna de nuestras ideas. Un enemigo se vuelve efectivo cuando declara odio absoluto hacia todo nuestro ser y esto es muy difícil de concebir. 


En lo que respecta a los regalos parece haber categorías, y entre los peores existe uno al que suelen llamar presente de cortesía, comúnmente se trata de una baratija insignificante, que lejos de generar alegría, es capaz de producir doble malestar: desilusión en quien lo recibe e incomodidad en quien lo da. En este caso aconsejo a la humanidad que se olvide de los regalos de cortesía por que como ya acabo de demostrar son particularmente molestos. Ni hablar de los aperitivos de cortesía que sirven en algunos restaurantes: Todos sabemos que esas copas se completan con el champagne de las botellas más baratas del local o con los restos de comensales de la semana pasada.


Usted ya podría estar preguntándose quien le cederá el asiento en el colectivo si nos deshacemos de la cortesía, sin embargo este blog es amigo de quienes ceden el asiento por que están convencidos de que están haciendo un bien y no por la cortesía misma y los reconocimientos que esta conlleva.